sábado, 13 de diciembre de 2014

Otra de tantas.

Nueva historia. Aun no le tengo puesto nombre, conforme vaya avanzando se lo pondré. Gracias a los que me lean, de verdad.

sábado, 25 de enero de 2014

Capítulo 7.

Pues a compartir habitación se ha dicho. Tal y como ha dicho mi madre se distribuye la gente. Menos mal que hoy es viernes y mañana no hay que madrugar ¿a quién se le ocurre empezar el curso un viernes? Estoy muy cansada, no puedo más, voy a subirme a dormir, solo quedamos Nacho, Miguel y yo. Les aviso que me voy ya a dormir, al llegar a mi cuarto veo mi móvil en el escritorio, lo enciendo... Y empiezan a llegar muchos whattsapp, tengo un montón de todas las niñas pero ahora no tengo ganas de contestar, ya lo haré mañana, por supuesto tengo muchísimos de Pablo, trago saliva, Maikel me ha escrito esta tarde. 'gracias por la mañana de hoy, aunque me he quedado con las ganas, seguro que tú también; aver cuando repetimos.' Será gilipoyas, ¿qué se cree?  Tengo otro mensaje, ha llegado hace poco: Me ha encantado esta tarde contigo, a pesar de haber ganado un par de kilos. Habrá que repetir algún día, ¿no? Pero no vale estar triste' Samuel. Le respondo 'claro, aver cuando'. La verdad es que sí, me apetece mucho volver a quedar con él.
Tengo mucho sueño, me voy a ir a dormir ya, mañana no va a haber nadie que me despierte.

Mmm... Sábado, sábado para quedarse en la camita hasta que me apetezca, sí, sí.
Toc,toc.
Joder, ¿quién puede ser tan temprano? Miro a mi lado, a la cama, y Nacho no está.
-¿Quién es?
-Olga, soy Nacho. Todos se han ido a Valencia; nos han dejado solos, y han dejado una nota y dinero para que nos vayamos a donde queramos.
Me incorporo en la cama, y mecánicamente Nacho baja la mirada, descaradamente yo también miro, y para mi horror tengo la camiseta bajada.
-Bueno, ¿dónde quieres ir? Tú mandas- me subo la camiseta brusca.
-Yo quiero ir al cine, la verdad.
-Vale, pues vístete, en una hora salimos.
-Ok, ¿comemos por ahí, no?
-Claro.
-Voy a ducharme, no tardo nada. -Se va echándome una última mirada.
Me levanto, uuuuffff, tengo el cuerpo agarrotado; abro la ventana de mi cuarto, hace mucho sol. Y ahora a ver que me voy a poner...
Ding, dong
Bajo corriendo las escaleras, y abro la puerta.
-Nena, estás bien.- Están todas las niñas en la puerta.
-Sí, sí, ¿qué haceis aquí?- salgo y abro la puerta, todas entran como si estuvieran en su casa. Son únicas, y las mejores.
-Ya puedes ir contando por qué saliste corriendo ayer así, nos lo tienes que contar todo.
Se sientan en el sofa, otras en unas sillas, y yo me apoyo en un pilar del salón.
-Puf, la verdad esque no lo sé, ahora os lo cuento todo, voy a desayunar.
Voy a la cocina y detrás mía viene Cristina, las demás se ponen la tele y empiezan a reírse a carcajadas.
-Ven aquí, rubia. - Y me da un abrazo, un abrazo que necesitaba desde ayer. Me llevo genial con todas, son mis hermanas, pero con Cris hay algo más especial, es con la que mejor me entiendo.
Cris es guapísima, tiene el pelo rubio oscuro, unos ojazos verdes que hipnotizan y unas piernas increíbles. Somos muy distintas. Ella es la tímida del grupo, la que espera a su príncipe azul sin tener que pasar por ninguna rana. En cambio yo, soy de la opinión de que hay que besar a muchas ranas para encontrar al príncipe, da lo mismo si es azul, verde o rojo.
De pronto se me han quitado las ganas de desayunar, y les digo a todas que suban a mi cuarto, que ahora iré yo.
Mientras subo y escucho esas risas tan escandalosas se abre la puerta del cuarto de baño de arriba. Sale un montón de humo y un aire caliente insoportable, y de ahí sale Nacho. Increíble. Sale envuelto de cintura para abajo en una toalla, dejando lo demás a la vista, si antes él me había mirado el escote ahora yo no podía apartar la vista de esos abdominales, madre mía como disimula la ropa, parecen de anuncio. Subo la mirada y Nacho me mira, noto como se suben los colores a mi cara. ¡Mierda! Suelta una sonrisa maliciosa y va a entrar en la habitación. Por lo que parece no se ha enterado de que hay cinco fieras ahí dentro.
-Ruuuuuuuubia ¡ven ya!- Cris sale de la habitación de un salto, me mira y seguidamente mira a Nacho, abre mucho los ojos cuando lo ve. Nacho me mira desconcertado y Cris me mira, está rojísima.
Entra y cierra la puerta.
-¿Quién era?- Nacho sigue desconcertado.
-Una amiga, hay cuatro más ahí dentro- señalo la habitación mientras me muerdo el labio.
-Genial, perfecto.- pone cara de fastidio- y ahora ¿como cojo la ropa?
-Es verdad, pues nada, espera, que ahora se van, ¿sí? Oye, voy a presentártelas ¿no?
-No.
-Vale. Borde.- pienso.
Se va abajo y yo entro.
-¿Quién es ese nena?
-¿Está tan bueno como dice Cris?
-Presentanosloooooo.
Me acribillan a preguntas, puf.
-Es el hijo de un amigo de mis padres, van a quedarse aquí, y bueno... Sí, está bien el chaval, y está bastante cortado, otro día os lo presento.
-Jooo, bueno, vale- Mireia pone carita de pena.
-Nenas, ¿podeís venir mañana mejor? Esque...
-Nada - Paula me interrumpe- lo entendemos, quieres ver si cae, eh ,pillina- me guiña un ojo y sale después de haberme dado un beso enorme. Todas hacen lo mismo, las oigo bajar y como salen. Me asomo a la ventana y están todas ahí, me vuelven a tirar besos. Les tiro un beso y me giro. Uuuuf. Ahí está.
-Menos mal, que verguenza, madre.- sigue con la toalla enrrollada, que bueno está...
-Sí, sí... Voy a la ducha. - Aparto la vista y me voy con la cabeza gacha.

Ya estamos listos. Menos de una hora hemos tardado. Me he puesto un pantalón corto, más corto que el de ayer; blanco, y una camiseta de tirantes a rayas, azul marino y blanca; unas sandalias romanas y el pelo suelto.
Nacho se ha puesto unos vaqueros largos azules y un polito azul claro, el pelo lo lleva de punta.
Muy guapo.
-¿Nos vamos?
Suspiro.
-Vámonos.

Capítulo 6.

Por fin en casa. No tengo ganas de nada, solo de acostarme y no saber nada más del mundo hasta mañana.
-¿Qué tal el día cariño, ha ido bien?
-Sí, mamá, ha sido perfecto.
No tengo ganas de cenar, como para tener después de haberme comido un helado extra grande de chocolate, en mi barriga no hay sitio para nada más.
Me meto en la ducha, me pienso dar una larga ducha calentita, ahora mismo no hay nada mejor que eso.
Tras una hora encerrada en el baño salgo con un pijama nuevo azul claro de tirantes. Oigo voces abajo, no me resulta nada familiar, ahora otra voz, esta vez de mujer. Nada. Nl me suena de nada.
-¡Olga! ¿Has salido ya del baño?- la voz de mi padre sueba en toda la casa.
-¡Sí, acabo de salir!
-Baja, y saluda.
¿Quién será? Son las 10 y media, a estas horas no suelen venir a visitarnos nadie, a no ser que haya algún motivo especial. Bajo las escaleras mientras pienso en subir a cambiarme, ahora que lo pienso este pijama es demasiado destapado como para enseñarlo delante de visitas, pero bueno, mejor bajo y que sea lo que dios quiera. Me asomo lentamente al salón asomando la cabeza; no consigo ver a nadie aparte de mi padre.
-Pasa hija, no te quedes ahí - mi padre sonríe y me hace señas con la mano para que pase.
-Hola, buenas - pongo la mejor de mis sonrisas mientras entro.
¡Anda! Son unos amigos de mis padres, viven en Barcelona, se conocen por el cuñado de mi.madre, mi tío y ellos son primos; un poco lioso. Son dos parejas, cada una con un hijo, los hijos no están. No los veía desde hace tres años, en estos tres años he cambiado mucho.
-No puede ser ¿Olga? Que guapa te has puesto, una mujercita que estás hecha ya, si te llego a ver por la calle no te reconozco- las dos mujeres se vienen hacia mi y me comen a besos
-Sí que estás guapa Olga.
Escucho durante unos minutos comentarios de ese tipo, cada vez poniéndome más roja.
-Ya verás cuando te vean Nacho y Miguel, se van a quedar de piedra- Tamara, así se llama la madre de Nacho asiente con la cabeza.
-¿Cuántos años tienen?
-Pues Nacho tiene diecisiete recien cumplidos y Miguel ha hecho catorce hace poco.
Noto como a mi padre le cambia la cara, yo me río disimuladamente. Nacho tiene dos años más que yo, y Miguel uno menos.
Escucho como suena el timbre.
-Serán ellos, les hemos mandado a comprar cosas para cenar.
Mientras abren aprovecho para ir a la cocina a beber agua, escucho las voces y como poco a poco se acercan a la cocina.
-Joder como pesan las bolsas ma. - Ese es Miguel, seguro.
-Este niño siempre quejándose, para un día que hace algo.
Me apoyo en la encimera y veo entrar a dos chicos, uno más o menos de mi altura (Miguel) es guapillo, no está mal; no se da cuenta de que estoy allí, de hecho nada más entrar me da la espalda para dejar las cosas en una mesa que tenemos en la cocina. Detrás suya entra Nacho, solo una palabra. DIOS. Estos años le han venido de maravilla, ha crecido, me saca más de dos cabezas, y es guapísimo. Entra esquivando a Miguel y apoya rápidamente las bolsas en la encimera, tampoco se ha dado cuenta de que estoy allí.
-Dejar las cosas por ahí, ahora nos encargamos nosotras de ordenarlo- Lucía, la madre de Miguel entra seguida de Tamara y de mi madre, en ese momento Miguel se gira y repara en mi. Parece confundido, se me queda mirandi embobado y confuso; tímida levanto una mano y saludo. Mientras mi madre le da un vaso de agua a Nacho.
-¡Joder, Olga! Que no te había conocido...- su mirada baja a mi escote. Lo sabía, ese pijama deja ver demasiado. En ese momento Nacho me ve y empieza a toser, debe de haberse atragantado con el agua. Mi madre empieza a reírse, y yo, avergonzada le doy dos besos a Miguel que no me quita la mirada de encima; me giro y veo que Nacho me mira fijamente muy sorprendido.
-Hola.
-Hola Olga, cuanto tiempo ¿eh?
Nos damos dos besos. Que piel tan suave tiene. Nuestras miradas se cruzan.
-Olga, es Pablo- mi padre acaba de entrar en la cocina con el teléfono fijo en la mano. Mierda, no he mirado el móvil en todo el día, de hecho lo tenía apagado.
Una última mirada y cojo el teléfono, aún de espaldas noto que me mira. Subo corriendo a mi habitación.
-¿Pablo?
-Uy mira, pero si se acuerda de mi nombre y todo- noto enfado en su voz.
-Pablo, joder, lo siento, de verdad. Pero esque necesitaba estar sola y pensar.
-Vale, pero por lo menos haberlo dicho, ¿sabes cuántas veces te he llamado, los whattsapp que te he mandado? También te he acribillado por Twitter y tú nada, pasando de mi; bueno, de mi y de todas las niñas- esta cabreadísimo, y tiene razón, esta vez la que he fallado he sido yo.
-Perdona Pablo. Lo he hecho todo sin pensar- se me escapa una lagrimilla.
-No me seas tonta, no tienes que pedirme perdón, pero no desaparezcas más así. Ahora cuéntame que te ha pasado.
Se lo explico todo, le cuento absolutamente todo del día de hoy.
-Rubia, no te merece la pena estar así por él. No te la merece , de verdad. Ya me llama mi madre para comer, uf, que pesadita.
-Jajajaja ves a cenar anda, que se enfría.
-Sí, ya iré. Pero una cosa antes, me vas a tener aquí para lo que sea, para lo bueno y para lo malo. Que no se te olvide.
-Oh, gracias mediometro y lo mismo te digo, para todo voy a estar aquí- esto es lo que más me gusta de mi mejor amigo, sabe sacarme una sonrisa siempre.
- Y otra cosa.
-Dime.
-Eres la rubia enana más fea y más tonta que he tenido nunca - ea, ya le había quitado todo lo bonito a la conversación - pero que sepas que aún así, te quiero.
Y cuelga. Y me río yo sola, este niño es el mejor.

-Olga, ahora subimos a arreglar las camas de tus primos - me dice mi madre mientras fregamos los platos.
-¿Cómo, cómo?
-Se van a quedar un tiempi aquí, de hecho se mudan por el trabajo del tío, y mientras buscan una casa se van a quedar aquí.
-Pero aquí exactamente, ¿dónde es?
-Una pareja se va al cuarto de invitados, la otra se va a un colchón inchable al sótano; uno de tus primos se va a la litera de arriba, y el otro se va a la cama que sobra en tu cuarto.
-Ah, y ¿están de acuerdo con eso?- a lo mejor no se sentían cómodos compartiendo habitación conmigo.
-Para nada, al revés, los dos quieren ir a tu habitación, les has encantado, creo que se lo están echando a suertes- sonríe maliciosa, suelta el trapo y se va.
Perfecto, ahora a compartir habitación; yo estoy acostumbrada a dormir en ropa interior ahora en verano. Pues se acabó, y aver cuál de los dos duerme conmigo.
-Olga, me toca dormir contigo.

martes, 21 de enero de 2014

Capítulo 5.

ESTOY LLENÍSIMA. No he comido más en mi vida, debo de haber engordado dos kilos por lo menos.
-¿Qué? ¿Rica la comida?
-¿Bromeas? Es sin duda, de las mejores veces que he comido- me levanto para ayudarle a quitar la mesa pero hace un gesto de negación para que me quede en el sofá.
Hemos comido, de entrante una ensalada simple: lechuga y tomate, y después un bocadillo de pollo con pimiento y jamón serrano (serranito) acompañado de patatas fritas, bueno, de un camión de patatas.
-De postre ¿que quieres? - Me grita desde la cocina
-Oye, ¿tú que te has propuesto? ¿engordarme? - me acerco a la puerta de la cocina, y con horror veo lo que hay en la encimera.
-No, no puede ser. La primera y última vez que vengo a comer contigo - tiene dos gofres cubiertos de sirope de chocolate y de nata, una montaña de nata.
-Jajajaja , no creo. En unos días te tendré en la puerta suplicandome que te prepare otro - se sienta a mi lado con los dos gofres apoyados en un plato. Nos lo comemos entre risas, acabamos los dos con la cara perdida de nata y chocolate. No me esperaba para nada que Samuel fuera así, se le ve un niño soso, pero para nada, es divertidísimo.
Finalmente acababamos los dos tirados en el sofa.
-Bueno, ¿me vas a contar que te ha pasado antes?- su sonrisa desaparece y le sigue un gesto de preocupación, es adorable.
-Claro, pero es una larga historia... - Me pongo en plan mistriosa aver si así se le quitan las ganas de querer oírla.
-Mmm, veamos: palomitas, helado... Sí, creo que podré escucharte- sonríe, y cuando lo hace se le arruga la nariz.
-Está bien.
Me acomodo mirando hacia él, y durante la siguiente media hora no hago más que hablar, le cuento toda nuestra historia, como nos conocimos, como me enamoré de él, y todo el daño que me hizo después; además de contarle lo de hoy. Mientras que se lo cuento vienen todas las imágenes a mi cabeza y lo vivo tal y como lo viví aquel día. Hay momentos en los que no puedo contener las lágrimas, pero Samuel se encarga de darme pañuelitos y de abrazarme junto a él. Me escucha, está verdaderamente interesado en todo lo que le cuento, incluso cuando le cuento lo de hoy parece enfadado.
-No sé, en serio, no sé como has podido tragar tanto durante tanto tiempo, cualquier chica lo hubiera dejado a la primera.
-Lo sé, y sé que he quedado como una tonta delante de mucha gente.
-Y con lo de hoy más, sabes que en este momento mucha gente sabe que os habeis liado hoy
-Ya, pero me da igual. Es mi vida, son mis errores- cruzo los brazos y sale una lágrima, jope, ¿y mi día feliz?
-Lo sé, pero tú sabes como es la gente, le encanta cualquier cotilleo.
¿No puede dejar el tema a un lado? Que yo quiero tener un día perfecto.
-Samu, vamos a dejar el tema, ¿vale? Quiero que lo que queda de día sea perfecto o por lo menos intentar que lo sea ¿sí?
-Claro. ¿Qué peli quieres ver?
Aún puede ser un buen día.

Capítulo 4.

No, esto está mal. No debería estar pasando esto, yo solo quería hablar con él; preguntarle que tal le iba todo... No te engañes Olga, si no hubieras querido que pasara no lo hubieras permitido, desde luego que no. ¡Joder! Pero, ¿qué coño hace? Su mano baja a mi entrepierna, y... se siente muy bien. No. Olga. No.
-Para Maikel, ¿qué haces? - detengo su mano y nuestras bocas por fin se separan.
-No digas que no te gusta- su mirada me hacía temblar, eso no lo podía negar.
-No, esto está mal. Me voy- me separo poco a poco de él y me llega el olor de su colonia, levanto los ojos; que se encuentran con los suyos, un color miel tan dulces como los besos que nos acabamos de dar.
Sus ojos atrapan los míos y se vuleve a acercar a mi, no hago nada por impedirlo. Cierro los ojos y me dejo llevar una vez más. 'Solo una vez más' me prometo a mi misma.

-Nena, ¿qué has estado haciendo? El profe se ha dado cuenta de que no has vuelto.
-Puf, Lidia... Soy tonta, pero tonta de verdad... -me siento mal, muy mal, intento aguantar las lágrimas, pero esto nunca se me ha dado bien e irrmediablemente una tras otra las lágrimas se van abriendo paso.
-Olga, no. No llores aquí, si tienes que llorar que sea cuando estemos solas. No permitas que te vea mal- me acaricia el hombro y termina dándome un abrazo de los suyos.
-Por favor, vámonos- me enjuago el rimmel y a la puerta que ya está abierta.
En ese momento salen Pablo, Alex, Jesús y el chico que se sienta con él... Samuel, eso. Como Pablo me vea llorar enseguida sabrá lo que pasa y no tengo nada de darle explicaciones a nadie. Mierda, vienen hacia nosotras. Lidia me mira con cara de ¿nos despedimos de ellos? Y yo le hago un gesto con la mano para que vaya. En cuanto se da la vuelta salgo a toda velocidad del instituto con las lágrimas cayendo sin remedio ya. Giro a la izquierda y prácticamente echo a correr; escucho a Lidia llamándome y seguidamente a Pablo. No me molesto en mirar atrás, ahora mismo no quiero saber nada de nadie, sé que en cuestión de minutos me voy a arrepentir pero me da igual. Paro de correr, jadeo, tomo aire despacio y voy a sentarme a un banco que hay enfrente de donde estoy; hace de vaya en un parque.
¿Por qué Olga? Te prometiste que nunca más, que no volverías a hablar con ese capullo, y mucho menos enrrollarte con él. Ahora mismo tienen que saber lo que ha pasado todos sus amigos, además de los detalles que él haya querido añadir por su cuenta. No sé por qué lo he hecho, yo quería empezar con buen pie el curso y no estar sola en un banco llorando. ¿No decía que estaba olvidado? ¿Por qué tengo que sentir esas cosquillas en el estómago cada vez que lo veo? No lo entiendo, de verdad.
-Ey, Olga, ¿qué haces aquí? Pablo está desesperado llamándote, y todas las niñas están muy preocupadas- suena una voz detrás de mi. Samuel.
-Eh, hola. Solo quería estar un poco sola, eso es todo- me echo el pelo hacia atrás, él rodea el banco para situarse en frente mía y se pone en cuclillas.
-¿Qué te pasa? No llores Olga. Sea lo que sea ya pasará, todo pasa- sus ojos demuestran preocupación verdadera. No puedo evitar fijarme en él. Samuel es el típico chico que llama la atención incluso sin quererlo, es muy guapo. Moreno de ojos marrones, una nariz resultona, muy graciosa; y como no, un cuerpazo...
-No, nada. Un mal momento- sonrío y espero que se levante y se vaya.
Se levanta y tira del brazo para que yo me levante ¿qué hace?
-Estoy solo en casa, vente a comer a mi casa y te relajas- una sonrisa alumbra su cara; se me ha olvidado decir que Samuel no es un niño muy expresivo, siempre está serio y parece que tiene sangre de horchata
-¿Sí? Gracias Samuel- sin que me de cuenta le he devuelto la sonrisa.
-Claro, pero antes mándale un whattsapp a Pablo diciéndole que estás bien, y a tu madre dile que no vas a comer en casa- y atento. Este niño lo tiene todo.
-Gracias- mis ojos se aguan y me lanzo tímida a darle un abrazo, joder, vaya plan que llevo hoy, todo el día llorendo.
-Ni darlas so tonta- me devuelve el abrazo- pero ¿me vas a contar lo que te pasa?
-Sí, pero luego, porfa. Oye, una cosa - su rostro se alarma, que gracioso- cocinas tú, ¿no?
Sí, aquí está la Olga de siempre.
-Faltaría más - añade un encantador guiño a la frase.

miércoles, 8 de enero de 2014

Capítulo 3


Bueno, pues ya por fin estoy en la clase, nos han dado una charla que nos dan todos los años antes de empezar, se me ha hecho eterna; y tras asignarnos los tutores hemos ido cada uno a nuestra aula. De mi grupo de niñas únicamente he caído con Lidia, y de niños Rubén, Jesús y Alex; y los tres me caen bastante bien, y todos a los que han caído en esta clase los conozco así de vista, pero todos parecen majos.
Lidia y yo nos sentamos juntas, en la fila que da a las ventanas, Lidia escoge el de la izquierda y yo me quedo con el de la derecha, que da directamente a la ventana; detrás nuestra se sientan Rubén y Alex, y en el asiento de delante se sienta Jesús con otro chico, creo recordar que se llama Samuel.
-Tía, vaya curso vamos a tener las dos juntas, además, con los niños estos - mueve la cabeza hacia atrás y hacia delante - no hay quien se aburra, pero tenemos que ponernos las pilas desde ya. No hay que dejar las cosas para después.
-Di que sí, Lidia, las pilas recargadas ya. Va a ser un curso movidito. Lo presiento - la cabeza de Rubén asoma de entre las nuestras, sonriendo, pícaro.
Miro hacia la ventana, la verdad esque no hay buenas vistas, sólo se ve un parque, evidentemente vacío, y unos edificios, nada entretenido.
En ese momento entra nuestro tutor.
-Muy buenos días, señores, me presento: Soy Mariano, podeís llamarme con mi nombre. Seré vuestro tutor durante este curso tan importante que es cuarto de ESO, en la que os jugais el título. No quiero que me veais como una figura autoritaria y carente de sentimientos. No. Quiero que entre nosotros se cree una complicidad, en la que conteis conmigo para vuestros problemas y lo que querais. Además de ser vuestro tutor os impartiré la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. Espero que disfrutemos todos muchísimo de este curso. Y ahora, si teneís alguna duda o algo que querais decirme, este es el momento.

¡Vaya!, simplemente eso. Parece muy majo y cercano, así me podrá ir muy bien el curso. Además, Mariano es una persona que con solo verla te inspira confianza.
Varias manos se han levantado, y él las atiende a todas pacientemente. Es genial. Además, tiene un cuerpo curioso, la verdad, se nota que tiene ya sus añitos, pero sigue en forma.
-Olga, sal de tu mundo. Maikel está fuera. - Lidia me mira con cara de preocupación, joder. ¿Qué hago? Miro hacia la ventanita que hay en la puerta y lo veo asomado, me indica con la mano que salga, y yo sigo sin saber que hacer; miro a Rubén que niega con la cabeza, Alex me mira con cara de 'haz lo que quieras' y Lidia, no sé decir que expresión tiene.
-Mariano, por favor,¿puedo ir al servicio?
-Claro, señorita...
-Olga, me llamo Olga.
-Vale Olga, sí, claro. Ve. - me observa con una sonrisa tranquilizadora. Creo que intuye que estoy nerviosa. Me levanto, y mis piernas no paran de temblar.
-Cuidado con lo que haces- me susurra Rubén.
-Disfrútalo, guarrilla - Lidia me da en el culo y me guiña un ojo.
Cierro tras de mi la puerta, y ahí, enfrente está Maikel. Va guapísimo: unos vaquero no muy estrechos azules y una sudadera roja ADIDAS .
Me sonríe, no deja de hacerlo.
-Que guapa estás - parece sincero
-Gracias, lo mismo digo - en mi cara se dibuja una extraña sonrisa que él corresponde con una más grande.
Me coge de la mano, su piel sigue igual de suave que siempre. Mi corazón se dispara, y mi estómago sufre un vuelco, hasta doloroso. Bajamos por las escaleras laterales aún agarrados. Al bajar, justo enfrente está el baño de chicos, y a la izquierda el patio; vamos al patio, lo bordeamos y llegamos a una especie de callejón. Ahí no hay nadie. Me suelta de la mano y se apoya en la pared, yo le imito.
-¿Qué tal el verano, rubia? - Ese rubia hace que salten chispas.
-Bien, muy entretenido.
-¿Y eso? ¿Ha habido muchos chicos?
Se despega de la pared y se pone enfrente mía, dejando distancia entre los dos.
-No. Bueno, uno, pero fue una vez tan solo. - Bajé la vista, y la levanté en cuanto noté que se acercó. Estábamos muy juntos, y eso me estaba gustando demasiado.
-Para, Maikel - puse mis dos manos en su pecho, él colocó sus manos en la pared, a ambos lados de mi cabeza. Me costaba respirar.
-Maikel, en serio, quítate - en vano empujé para apartarle.
-No me digas que no te gusta. Sé que mientes- su voz era claramente seductora, y lo estaba consiguiendo.
-Para, quítate - mi voz sonó débil y un poco ronca.
Me lanzó una mirada salvaje y lanzó sus labios a los míos.
En el momento en que nuestros labios se rozaron mi cuerpo estalló, y debilmente intenté quitar la cara, pero no podía. Siempre conseguía volverlos a unir. Y finalmente, me rendí. Me dejé llevar y correspondí al beso, él abrió su boca a la misma vez que yo; y lentamente introdujo su lengua, yo no me quedé atrás y le seguí el juego. A la misma vez sus manos se despegaron de la pared y se dirijieron a mi trasero. Lo agarraba con fuerza, con posesión.
Cuando me quise dar cuenta, yo tenía mis manos enroscadas alrededor de su cuello, y jugaba con su pelo rubio; mientras él me seguía apretando el culo y me pegaba hacia él, además yo tenía las piernas abiertas y Maikel pegaba aún más a mi.
No podía negar que todo esto me estaba gustando muchísimo, pero había una parte de mi que decía que tenía que parar.

sábado, 4 de enero de 2014

Capítulo 2.


Por fin estamos en el instituto. Todo el mundo está pegado a la puerta, no hay  manera de ver a nadie, y mucho menos de pasar. Pasaron por nuestro lado dos chicas, dos morenas; Alba y Rocío creo recordar que se llaman, y están dos cursos por debajo de nosotros. Las dos se acaban de girar  descaradamente mirando a Pablo "como no mirarle" dije para mi. Sin quererlo se dibujó una sonrisa en mi rostro, Pablo me miró interrogante y yo negué con la cabeza quitándole importancia.
Y ahí, todas en grupo, están mis niñas. Todas. Salgo  corriendo a darles un abrazo a todas.
-¡NIÑAS!
Tras este grito vienen  una multitud de besos y abrazos, de palabras cariñosas y otras no tan cariñosas. Todas están  cambiadísimas. Se ven más mayores, más mujeres y mucho más guapas
Nuestro grupo está formado por seis chicas: Lidia, Mireia, Cristina, Sara, Paula y yo.
Lidia es la 'responsable', la más centrada de todas. Destaca sobre todo por su altura, nos saca una cabeza a todas. Tiene el pelo de color rubio ceniza, y ojos marrones claros, y muy rizado; a lo afro. Este año he caído con ella en la clase y espero que nos vaya muy bien a las dos.
-Nena, pero que guapa estás, ¿no? Que morenaza estás hecha- Sí, este año estoy mucho más morena que otros.
- Jajajaja ¿y tú qué? Que pelo, joder, es la leche.
-¡Rubia mía! - Mireia me da un abrazo de los suyos. Un abrazo que te envuelve por completo y no te deja escapar.
-¡Gorda! - Ese es el mote cariñoso que tenemos; porque para nada está gorda, está buenísima. Tiene un año menos que nosotras pero no lo aparenta.
-Rubita, que ganas tenía ya de verte, jope, te he echado muchísimo de menos.
Son todas geniales, somos como hermanas, siempre tenemos nuestras peleas pero las acabamos solucionando.
-Olga, ¿ese es Pablo? - Cristina mira a Pablo con la cara desencajada. Ahora Pablo está de espaldas saludando a unos amigos suyos. No me había fijado antes, pero tiene un buen culo.
-No parece él, eh. Está muy...
-Está buenísimo - Paula me interrumpe mientras me abraza- Joder con el mediometro Olga; se nos ha transformado.
-Vamos a saludarle, venga - Mireia se adelanta a las demás para saludarle, y las demás la siguen rápidamente.
Yo prefiero no ir, se va a agobiar demasiado.
Noto que alguien me está mirando, y me giro poco a poco para ver quien es.
Y ahí está. No. Joder.
No.
¿Por qué? Y encima ahora que estoy sola.
No quita la mirada, y yo, por supuesto, tampoco lo hago; sonríe, se despide de los que está hablando y se acerca a mi. Los chicos con lo que estaba hablando se giran y me miran todos. Noto que me pongo roja. No puede ser. Olga, respira, tranquila; no va a pasar nada, ¿qué va a pasar?
-Hola Olga, cuanto tiempo. - Me paralizo. Mi cuerpo no responde, dibujo una sonrisa forzada, mientras muchos recuerdos vienen a mi mente sin parar. Aquí, delante mía esta Maikel.
Maikel fue mi primer amor. Ese que te marca. Ese que te hace sufrir como nunca lo ha hecho nadie. Lo nuestro fue una historia preciosa, llena de altibajos, por supuesto. Pero que acabó cuando me enteré  de que en realidad estaba conmigo para intentar llegar a algo más de besos y toqueteos. Fue muy duro, y me sentí tonta, engañada, sucia. Había estado a punto de entregarle mi virginidad a ese gilipoyas; porque no tiene otro nombre.
- Ya ves, mucho tiempo - Saco fuerzas de donde no las tengo. Si me tengo que derrumbar desde luego que no será delante de él.
-No me has respondido a los whattsapp, ni a los mensajes privados, ni a los mensajes directos. Ni siquiera me cojías el telefono.
-Tenía mejores cosas que hacer que hablar contigo, la verdad.
- Ah, ¿sí?- sonríe- ¿quieres saber una cosa? Te he echado de menos.
-Ah.. - No soy capaz de decir nada más, esa sonrisa me ha dejado sin palabras, y él lo sabe.
-¿Quieres que nos veamos luego? Y hablamos y eso... - Vuelve a sonreír aún más que antes, y me da un vuelco el corazón. No. Definitivamente aún no lo he olvidado.
-Bu... Bueno, vale- Tartamudeo. Mal, Olga, mal.
-Luego me paso por tu clase ¿vale?- asiento con la cabeza. Él se acerca a mi, y me da un beso en la mejilla; al ir a darme el otro gira la cara rápidamente y me da un suave beso en los labios.
Mi corazón estalla en ese momento. No me deja pensar; me acaricia la mejilla y se va.
Me giro, y veo a las cinco hablando con unos chicos entre los que se encuentra Pablo y sus amigos. Todos formamos un gran grupo, solemos salir juntos. Me acerco a ellos y los saludo uno por uno. De nuevo hay una gran cantidad de piropos y de insultos cariñosos.
Termino al lado de Pablo, que me pasa la mano por el hombro cariñosamente. Paula me mira y me giña el ojo. Cristina, en cambio me mira con cara de "que suerte tienes" y para darles a todas envidia me pongo de puntillas y le doy un beso en la mejilla. Pablo me responde con otro, y todas se ríen poco discretas; Paula me mira y me dice, moviendo solo los labios "guarra"; en respuesta le tiro un besito que ella coge y hace como si se lo metiera en la boca. Las dos nos empezamos a reír. Estas son las cosas que nos hacen felices.
-Te he visto antes hablando con Maikel ¿estás bien? - Que ojo que tiene mi mediometro.
-Sí, sí, no ha pasado nada. Estoy bien.
Primera mentira del día. Empezamos bien.